La urgencia de un mundo para todos: Jai Jagat en los tiempos del Coronavirus

La urgencia de un mundo para todos: Jai Jagat en los tiempos del Coronavirus

En las últimas semanas hemos vivido en un mundo que era inimaginable, al menos a corto plazo para muchos de nosotros. A día 2 de Abril de 2020, 3.75 mil millones de personas están confinadas en sus casas bajo la prohibición de no salir de ellas si no es estrictamente necesario; en otras palabras ¡esto supone el 48% de la población mundial!

Se acaba de detectar el Covid 19 en 187 países, siendo en los Estados Unidos donde está progresando más rápidamente, con más de 5 000 víctimas identificadas. Si estas cifras parecen escalofriantes, no se pueden comparar, sin caer en la demagogia, con las de las 815 millones de personas que siguen sufriendo malnutrición en el mundo, los 3.1 millones de niños menores de 5 años que han muerto por malnutrición o los más de 2.3 millones de personas que han muerto de hambre desde el 1 de Enero.

Según el dicho «no hay mal que por bien no venga». Y también Churchill dijo: «Un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad, un optimista ve una oportunidad en toda calamidad.»

Así que seamos optimistas. El Covid 19 ha echado por tierra una serie de patrañas que nuestros gobernantes, «expertos» y auto proclamados expertos nos han contado durante décadas, como el «no hay alternativa» (TINA) o el efecto goteo:

Respecto al famoso «no hay alternativa», está claro que, con el avance de la pandemia, hemos sido capaces de dejar a un lado el rigor presupuestario Europeo y su supuesto límite inquebrantable del 3% de un día para otro. Y hemos redescubierto los beneficios de la intervención estatal en la economía y el interés de los servicios públicos hábiles, especialmente en materia sanitaria. Por tanto, TINA no existe y en la política todo es posible cuando hay la voluntad de llevarlo a cabo.

En referencia al «efecto goteo», que se supone garantiza a todos, incluso a que los más vulnerables se beneficien del enriquecimiento de los poderosos, el engaño es evidente. Mientras que a la mayor parte de los trabajadores se les ha reducido la jornada y su sueldo, o están de cara al público a pesar de los riesgos para la salud, muchos accionistas siguen teniendo sus dividendos asegurados (como es el caso de Publicis), un cinismo propio de las grandes mafias. Sin mencionar lo grotesco de algunos, como el jefe de jefes francés, el presidente de MEDEF Geoffroy Roux de Bézieux que fue descubierto por el periódico Ouest France saltándose la cuarentena, como si de un hombre corriente del distrito 93 se tratase (a excepción de que este último raramente experimentaría el confinamiento en una mansión de Le Croisic). Así que no, el enriquecimiento de los ricos no beneficia a todos, sino que siempre va en detrimento de los más vulnerables.

El Covid 19 ha roto con estos tabúes y ha arrojado luz a una situación que es ahora incontestable. Esta situación ha sido denunciada en estos meses por cientos de personas alrededor del mundo (desde Chile a Hong Kong, Algeria a Líbano, pasando por Ecuador Irak o la Francia de los chalecos amarillos), pero aún así, no ha sido suficientemente compartida. Vivimos en un sistema económico profundamente desigual, y esa desigualdad es lo que lo mantiene funcionando. Beneficia sólo a unos pocos privilegiados en detrimento del resto, principalmente los más excluidos, víctimas de la globalización, cuyas cifras no paran de crecer (refugiados y exiliados climáticos, trabajadores sin derechos, personas sin casa sobreviviendo en el corazón de nuestras ciudades, etc).

Si hay un país tristemente emblemático por esta realidad es India, la India de Narendra Modi. Es el segundo país más poblado del planeta (1 300 millones de habitantes) que ha estado en cuarentena desde el 24 de Marzo. El primer ministro Narendra Modi (nacionalista hindú de extrema derecha que está en el poder desde 2014) decretó cuarentena general ese mismo día sin previo aviso. Esta repentina decisión paró trenes, buses y todo tipo de transporte utilizado por millones de indios a diario y llevó al cierre de fronteras entre los diferentes estados (India es una República Federal de 29 Estados). Además del pánico, también supuso la quiebra de los proveedores del sistema alimentario, el cierre de tiendas y la inmovilización de transportistas.

Mientras que las clases medias de las megalópolis de India (que suponen un cuarto de la población desde que la India se abrió a la globalización en las últimas tres décadas) han vuelto a sus pisos con aire acondicionado o casas para refugiarse, millones de trabajadores pobres sin techo ni derechos se encuentran en las carreteras intentando volver a pie a sus pueblos de origen. Tienen que enfrentarse, a mayores de la amenaza del virus, a la fatiga, el hambre y la brutalidad de las fuerzas de ley. Estamos siendo testigos de escenas apocalípticas propias de una mala copia de Mad Max en un país que había sido el emblema de la «globalización feliz» en los últimos años.

Mientras que el fantasma del hambre y el miedo al contagio crecen en India, además del aumento de las tensiones étnicas fascistas impulsadas deliberadamente por el actual gobierno, millones de personas no se ven en otra que valerse por sí mismas. Dada la situación, sólo pueden confiar en ONGs, asociaciones y movimientos informales que afortunadamente abundan en el Subcontinente indio.

Ekta Parishad (en hindi «Foro de la Unidad») es uno de estos movimientos sociales que defiende a los Adivasis y a los pequeños agricultores sin propiedad. Ekta Parishad lleva desde 1991 trabajando estrechamente sobre el terreno para organizarlos y reclamar su acceso los recursos. Ekta Parishad se ha granjeado el reconocimiento nacional e internacional por su organización de marchas gandhianas en 2007, 2012 y 2018 (Janadesh, Jan Satyagraha y Jan Angolan). Ekta Parishad también se encargó de la campaña Jai Jagat 2020 (en hindi «Victoria para todos/para el mundo»): la marcha por la justicia, la paz y el planeta de Delhi a Ginebra. Cincuenta personas, indios y de otras nacionalidades fueron liderados por los impulsores de la campaña, Rajagopal P.V (fundador de Ekta Parishad) y Jill Carr-Harris (su coordinador internacional). Salieron de Delhi el 2 de Octubre, con motivo del 150 aniversario de Mahatma Gandhi, con intención de llegar a Ginebra un año después el 26 de Septiembre de 2020. A medida que avanzaban en el camino empezaron a recoger una serie de prácticas y testimonios que iban a conformar una petición que sería entregada a las Naciones Unidas a su llegada a Ginebra. La idea era dar voz a los que no la tenían y a los más precarios en la India, pero también a la gente que se fuesen encontrando en el camino y de muchas partes del mundo hasta llegar a Ginebra. Allí se organizaría una semana de reuniones y debates entre la sociedad civil que se había movilizado y las instituciones internacionales sobre la necesidad de cambio para un mundo inclusivo, siendo la no violencia el principal instrumento de implementación. Desafortunadamente, hace dos semanas esta marcha tuvo que interrumpirse en Armenia por la pandemia. Cada participante fue obligado, muy a su pesar, a abandonar la marcha para regresar a su país de origen. Por el momento la continuación de la marcha a corto plazo es bastante improbable, condicionada de forma total por la evolución de la pandemia.

En lo que al movimiento Ekta Parishad respecta, se están poniendo en marcha con la acuciante emergencia de prestar apoyo a las poblaciones indias más marginales que son particularmente susceptibles al Coronavirus. Su amplia implementación permite responder de forma inmediata a las necesidades de miles de aldeas que se extienden a lo largo de un gran número de estados indios (Madhya Pradesh, Chhattisgarh, Orissa, Bihar, Uttar Pradesh, Jharkhand, Rajasthan, Kerala, Tamil Nadu, Assam, Manipur, Tripura, Bengal, Maharashtra). Los miles de voluntarios de Ekta Parishad están actualmente garantizando respuestas inmediatas (producción y suministro de mascarillas, distribución de cereales, ayudas para reubicar a los trabajadores migrantes, administración de las ayudas estatales para que lleguen a la población que los necesita y no contribuya a la corrupción de administradores locales, práctica que aún es extendida en la India…), respuestas a medio plazo (creación de bancos de alimentos, facilitación de trabajo agrícola…) y respuestas a largo plazo como la creación de centros de artesanía y el fortalecimiento de la economía rural. Todas estas actividades e iniciativas, muchas de las cuales ya eran necesarias, son ahora vitales para esta gente, los Adivasis, los primeros pobladores y personas que no pertenecen a las preestablecidas castas. Estas son las personas que no se tienen en cuenta en las políticas económicas y de desarrollo de hoy día. Para ellas, como resulta obvio, no existe un «sistema de goteo» a la vista, pero tampoco una protección sanitaria y social mínima garantizada por las autoridades públicas para hacer frente a la pandemia.

A pesar de que la gran marcha de Jai Jagat ha sido parada por el momento, el principal mensaje transmitido por Ekta Parishad y sus amigos -la necesidad de un mundo para todos, donde nadie se quede de lado- es más apremiante que nunca. Si todo el mundo está ahora confinado en sus casas, sigue siendo necesario el hecho de tener una casa. Claramente no somos iguales ante una pandemia, a pesar de que todos seamos codependientes.

Los que han acudido a la llamada de Jai Jagat en India, Europa y los demás rincones lo han hecho porque saben que ahora hay más motivos para movilizarse que antes. Esta pandemia revela ls profundidad de las franjas que la humanidad ha cavado y los muros que ha erigido. Muros entre los beneficiarios de la globalización y la inmensa mayoría relegada a su suerte. Muros entre humanos y otras especies que masacramos impunemente para nuestro consumo y nuestro bienestar (cuando sepamos el origen del Covid 19, puede que ya sea el momento de volvernos vegetarianos). Muros entre aquellos que pueden circular libremente y todos los demás, refugiados y exiliados sacrificados en el altar de nuestra pena y miedos miserables… Ahora, cada vez más y más entre nosotros queremos «puentes, no muros.»

Así que con o sin marcha, ahora más que nunca, tenemos que continuar movilizándonos para no dar un carpetazo a esta lucha una vez que acabe la pandemia, no para «otro mundo posible» sino para otro mundo aquí, ahora, en este mismo momento, un mundo por fin para todos. Nos vemos en Ginebra en Septiembre y Jai Jagat!

Benjamin Joyeux

Deja una respuesta