Vivimos en un mundo de conflictos, consecuencia de un conjunto de intereses que abarcan desde los círculos más cercanos hasta el planeta entero, y cuya manifestación más evidente es la dolorosa brecha entre los países ricos y los que se han empobrecido como resultado de la codicia de aquéllos. Las relaciones con la naturaleza no se han quedado al margen, manteniendo desencuentros frecuentes entre quienes basan el desarrollo en la explotación y el despilfarro, y los que pretenden una relación cuidadosa, evitando abusos y manteniéndose en los límites del planeta. Asimismo, los animales, utilizados en muchas ocasiones como objetos y piezas de diversión, han sufrido la violencia callada de
una civilización arrogante.
No negamos el conflicto, mas entendemos que puede ser resuelto por vías noviolentas en un espíritu de colaboración y encuentro, yendo a las raíces de su génesis. Y creemos que no existe incompatibilidad entre la exigencia decidida de derechos y una práctica pacífica, como tantos hombres y mujeres han mostrado con éxito. Los fines deben estar en los medios como el árbol en la semilla, afirmaba Gandhi, lo que nos recuerda que no podemos reivindicar justicia y sostenibilidad por caminos que no estén en concordancia con los objetivos anhelados.
Para reflexionar y animar a la acción noviolenta desde una dimensión ética y transformadora, se ha organizado este Congreso, que confiamos nos ayude a continuar trabajando hacia un mundo mejor, integrando humanidad y naturaleza en un mismo destino.